BLOG

México está plagado de tesoros arqueológicos, algunos bajo tierra y otros cubiertos por la vegetación de las densas junglas, 

Nunca dejará de sorprendernos lo que puede encontrarse en los vestigios arqueológicos de las estructuras de la cultura maya, por su arte, su arquitectura, el significado de sus tradiciones y su cosmovisión.

A un lado del Templo de las Inscripciones, construido para glorificar en vida a Pakal o Pakal el Grande, gobernante de Palenque, (603 a 683 d.C.) y posteriormente, para que albergara su cuerpo cuando muriera, existe el llamado Templo XIII, mientras se realizaban prácticas de excavación, el 11 de abril de 1994, se descubrió una subestructura, una puerta y un pasillo que daban paso a tres recámaras, una de ellas, la más grande, la central, contenía el sepulcro de una princesa del siglo VII. 

Tras el interés, se trabajó activamente y el 18 de abril tuvo lugar uno de los hallazgos más importantes de los tiempos recientes, la recámara central contenía una suntuosa tumba, para el 16 de mayo, los arqueólogos logran llegar al sarcófago monolítico de piedra caliza de la Reina Roja, el 1 de junio, la lápida que había sellado el sarcófago por más de mil trescientos años, fue removida, quedaron deslumbrados ante el espectáculo que representaban el cuerpo rojo, los adornos y todas las ofrendas que lo acompañaban.

¿Sabías que…?

Fue bautizada como la Reina Roja, ya que al morir fue cubierta con cinabrio, mineral compuesto de mercurio y azufre de color rojo, que se utilizaba para preservar los restos humanos.

Sobre el sarcófago y osamentas

Para apreciar el gran tamaño del sarcófago monolítico de piedra caliza. La cámara funeraria era abovedada y medía 3.80 m por 2.50 m y el sarcófago, 2.40 m de largo por 1.18 de ancho. Sobre la lápida, estaban un incensario y un malacate de hueso, también se descubrió un psicoducto, de acuerdo a los mitos mayas, era una salida para el alma, los arqueólogos aprovecharon el hueco para meter las primeras cámaras y fotografiar al enigmático personaje;

a los lados, se encontraron los restos óseos de una mujer en el lado oriente y de un niño en el lado poniente, los cuales habían sido sacrificados para que la acompañaran en su viaje al inframundo. 

Contenido del sarcófago de la Reina Roja

El cráneo llevaba una diadema de jade, propia de los nobles mayas; el rostro se cubrió con una máscara funeraria de malaquita, totalmente fragmentada en 109 piezas y dos conchas que asemejan orejeras; una máscara más pequeña de jade de 106 fragmentos, que adornaba una especie de cetro o cinturón; collares, cuentas circulares, pulseras, tobilleras, perlas, agujas de hueso, navajitas de obsidiana; conchas, entre ellas llama la atención una de la cual surge una figurita humana; caracoles, vasijas de color naranja, en total se hallaron 1,140 piezas. Todo un ajuar digo de una Reina.

Máscara funeraria restaurada

La máscara de malaquita de la Reina Roja fue restaurada en el Museo de Palenque, fue exhibida en el Museo Metropolitano de Nueva York; en el Templo Mayor del Centro Histórico de la Ciudad de México, se expuso de julio a septiembre de 2018 y regresó a su terruño como parte de la colección permanente del Museo Arqueológico de Palenque en Chiapas. Prepara un viaje para visitarla y ser parte de este extraordinario descubrimiento, te hará imaginar y sentirte orgulloso de nuestro pasado prehispánico.

¿Quién fue la Reina Roja?

Los restos óseos de los tres personajes fueron llevados a la Ciudad de México para su estudio, después varios años de investigaciones, se  determinó que se trató de una mujer de entre los 60 a 70 años, de una altura de aproximadamente 1.58 m, que tenía la deformación craneal, acostumbrada por los mayas a los personajes de la aristocracia; con las indagatorias a diversas mujeres de la nobleza, se concluyó que el cuerpo perteneció a Tz’akbu Ajaw, una soberana que llegó de una ciudad cercana de Palenque para casarse con Pakal el Grande, con el fin de juntar sus reinos, sus restos quedarían unificados por la eternidad.