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Leyenda

En tiempos muy, pero muy lejanos, un pueblo indígena mesoamericano vivía feliz, tranquilo, sembrando y cosechando sus alimentos entre las selvas, les ayudaban los hermanos “7 Truenos”, quienes con alegría y gran júbilo subían a las nubes para provocar las lluvias, así regaban los campos.

 

Una resplandeciente mañana de verano, llegó por ese lugar, un muchacho de malas costumbres y muy travieso, pues en su camino sacudía fuertemente los árboles haciéndoles daño, pisoteaba los hormigueros y molestaba a los animales, nadie lo toleraba ni quería de verdad.

 

Al dar una vuelta en la vereda, inesperadamente se encuentra con un anciano de barba y bigotes largos; y canosos, unas cejas muy pobladas que casi le ocultaban los ojos. El viejecito lo saluda muy amablemente y le dice: “Buenos días, no te conozco, tú no eres de aquí”, el chico contestó: “Vengo de atrás de la montaña”. Inmediatamente el anciano aprovechó para solicitar su ayuda, tenía un pendiente desde hace tiempo, que no había resuelto y dijo: “Justo lo que necesitamos mis hermanos y yo, andamos buscando a alguien que nos ayude a limpiar la casa, que traiga el agua del pozo, que ponga los frijoles, que cuide del fuego, que nos auxilie en la siembra y en la cosecha para que todos podamos salir. ¿Te animas? anda vamos”.

 

Tajín era el nombre del muchacho, preguntó muy curioso: “¿Quiénes son tus hermanos?”, el viejecito, respondió: “Somos los 7 Truenos, nuestra labor es subir a las nubes y desatar la lluvia para que se riegue toda la selva, para eso nos vestimos con botas, capas y espadas; y nos ponemos a trabajar”.

 

Tajín preguntó: “¿Cómo? ¿Suben a las nubes?”, muy asombrado y sin dejarlo continuar, pues el joven solía ser muy imprudente y no dejaba hablar, el viejecito replicó molesto: “¡Claro que subimos!”. Tajín inmediatamente empezó a maquinar, ya se veía entre las nubes haciendo giros e imitando a los 7 Truenos, Tajín dijo: “Acepto, voy con usted a la casa de los 7 Truenos”.

 

La casa de los 7 Truenos estaba en la cima de una gran pirámide repleta de nichos, de ahí salían con sus trajes a propiciar las lluvias. El hermano mayor llevó a Tajín a donde vivía, explico a sus hermanos quien era y que se encargaría de las labores necesarias de la casa para que pudieran salir todos juntos. Súbitamente, los hermanos exclamaron: “¡No!, no podemos confiar en un extraño indisciplinado, que nadie lo quiere; irrumpirá nuestra intimidad, se enterará de nuestros secretos y aprenderá nuestra magia”; el hermano mayor dijo: “Calma, calma hermanos, Tajín viene a apoyarnos y así podremos salir todos a cualquier lugar sin preocuparnos, ya ven que nadie quiere quedarse a resguardar la casa y discutimos, él se encargará de todo”.

 

Más tarde, se empiezan a ver unas nubes que venían del océano, los hermanos muy gustosos y felices arman bulla: “¡Ah, qué suerte! ja, ja, ja, ja”, inmediatamente abrieron el baúl, se pusieron sus botas, sus capas y tomaron sus espadas, “pronto, subamos a las nubes”. Sus capas provocaban el viento; sus botas estallaban contra las nubes y surgían los truenos; y sus espadas, desencadenaban los relámpagos, entonces, llovía suavemente, muy satisfechos y contentos de su trabajo, regresaban a casa.

Pasaron varios días, Tajín cumplía con sus labores, pero cada vez que veía las botas, surgía nuevamente la idea: “tengo que subir, tengo que subir”. Esperaba el momento de quedarse solo para poder realizar su anhelada ambición. El momento llegó una mañana, los 7 Truenos saldrían a Papantla, informaron a Tajín: “Vamos a comprar unos puros en la plaza del pueblo, haz todos tus encargos y prepara los frijoles porque regresaremos tarde y hambrientos”, se fueron muy tranquilos y contentos porque Tajín atendería la casa.

 

¿Y qué creen que paso? Obviamente, Tajín botó sus quehaceres y se dirigió al baúl, empezó a ponerse las botas y la capa, tomó la espada dispuesto a subir a los aires; pero Tajín era tan desalmado, que cuando se encontró entre las nubes empezó a corretearlas, empezó a brincar y brincar, hacer movimientos bruscos con la capa y el viento enfurecía, giraba y giraba la espada, entonces, alborotó todo; el cielo, la tierra y también el mar desataron destellos cegadores; no, no era una lluvia suave como la que provocaban los 7 Truenos, sino una tempestad incontrolable, caían truenos, relámpagos y después… la oscuridad; la intensa lluvia hacía correr a los animales y esconderse, doblaba los árboles el ramaje caía, los ríos crecían y se desbordaban, pero Tajín no paraba.

 

En el pueblo, los 7 Truenos advirtieron lo que estaba sucediendo, molestos afirmaron: “Ha sido Tajín, rápido, regresemos”, tardaron varias horas en encontrar a Tajín, él brincaba y brincaba por todos lados, moviendo su capa y la espada, la tormenta seguía, los 7 Truenos expresaron: “Por fin te atrapamos, mereces un buen castigo”. Lo sujetaron con cuerdas, lo bajaron y lo llevaron muy adentro del mar, allí lo tiraron, desde entonces allí ha sido su morada.

 

Tajín, también llamado “Huracán”, ha crecido, pero no se ha quedado quieto, en ocasiones, sube desde las profundidades del mar a provocar las tormentas, por lo tanto, los 7 Truenos tienen que subir a pillarlo y regresarlo nuevamente al fondo del mar.

 

Fuente

 

José Eduardo. Paper Blog. Historia. Tajín y los siete truenos. Consultado el 10 de noviembre del 2022. Disponible en: https://es.paperblog.com/tajin-y-los-siete-truenos-4342845/