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Los llamados popularmente Perritos Colimotes Bailarines, es una figura emblemática del Estado de Colima, se colocó una escultura en bronce de dos toneladas en el Tercer Anillo Periférico de la ciudad, cruzando el camino a Comala, es una réplica de la pieza arqueológica que resguarda el Museo de las Culturas de Occidente María Ahumada de Gómez.

La representación de los perritos colimotes nos sugiere que están bailando alegremente, sin embargo, de acuerdo a investigaciones, lo que simbolizan es “la transmisión de conocimientos y sabiduría de un perro viejo a un joven”.

El perro tradicional de Colima es el Tlalchichi, los artesanos locales moldean con orgullo y habilidad el barro resultando excelentes piezas que evocan su pasado prehispánico, simbolizan solo una parte de la cultura colimeña y es un buen recuerdo de estas tierras para llevar a casa, a la oficina o como regalo. La figura más representativa son los perritos colimeños bailarines, también los hacen sentados, recostados, en parejas, jugando, en forma de sahumerios, como candeleros o el típico tlalchichi con una mazorca de maíz en el hocico.

El Dr. Jorge Fernando Zurroza, describe en su tesis doctoral al Tlalchichi como “perros pequeños, gorditos, sin pelo y con las patas curvas”, tal como se ven en los museos. Además, hay alrededor de 251 figuras de los perritos Tlalchichis que se pueden apreciar en 22 museos de diez estados de la República Mexicana, 80 más en Estados Unidos y 25 en once países de Europa”. 

¿Sabías que…?

El Iztcuintli fue el tronco del que surgieron los perros Tlalchichi y el Xoloitzcuintle.

Existen una gran cantidad de evidencias iconográficas de que los perros existieron en el Occidente mexicano en el periodo Preclásico Medio (1200-400 a.C.).

Las investigaciones señalan que en el México antiguo poblaban cuatro tipos de raza, los izcuintli o perro común, los tlalchichis, los xoloitzcuintle y los tetlamin o tehuitzon. Estos animales eran muy apreciados, pues se sabe que entre el hombre y el perro existía un fuerte vínculo.

El iztcuintli o perro común, fue el primer perro mexicano más numeroso e importante, que aparece desde las épocas más tempranas.

Dice la historia que los tlalchichis, eran “animalitos bajitos, redonduelos y muy buenos de comer”, se conoce que los españoles, en ocasiones, también nutrieron a sus ejércitos con estos perros y que probablemente esta fue una raza o que tenía una malformación genética, tipo enanismo, derivada del iztcuintli, incluso se piensa que puede ser el abuelo lejano del actual perrito chihuahueño. Estos se extinguieron durante los siglos XVII y XVIII

Durante el Virreinato, los españoles impusieron acciones regulatorias y ordenanzas de matanzas que derivaron en la desaparición de varias razas nativas, consideraban que el perro representaba muchos aspectos negativos, además de que los indígenas realizaban prácticas de idolatría y esto les causaba terror, por lo que ordenaron se borraran todas las representaciones y no se hablara de estos.

Cosmovisión

Se cree que los Tlalchichis sustituían a los humanos en los sacrificios, debido a las evidencias encontradas en las tumbas de tiro, donde hallaron el cuerpo del perro de barro separado de la cabeza; otras figuras, tenían cuerpo de perro con cabeza de humano, lo que podría ser una evidencia del intercambio de uno por el otro. También era concebido como el acompañante que guiaba al difunto al inframundo.