Ofrendas en el período prehispánico
De acuerdo a su cosmovisión, las diferentes culturas mesoamericanas acostumbraban ritos y celebraciones en honor a sus dioses, enterraban ofrendas que contenían: semillas, huesos, objetos cerámicos, copal, pulque, sangre, tortillas, tamales, etc. incluso ofrecían sacrificios humanos, acompañados de danzas, el objetivo principal era establecer una comunicación con ellos, ya sea para agradecerles, minimizar su hostilidad o suplicarles su buena voluntad.
Una de las ofrendas más relevantes que realizaban nuestros ancestros, era la que se ofrecía en el “culto a la muerte”, elemento fundamental de nuestra cultura, existiendo algunas variantes en las regiones. Durante las prácticas mortuorias que acompañaban la veneración de sus difuntos y cuyo objetivo era encaminar el alma hacia el espacio-tiempo de la muerte que les correspondía, se mantenían rituales contínuos, ya que se tenía la creencia de que los fallecidos tenían una participación espiritual activa en la comunidad.
Cuando alguien moría, el primer festejo era el funeral el cual duraba cuatro días, tenía la finalidad de que se realizara el desprendimiento de los vivos, preparaban el cuerpo, lo bañaban y envolvían en una mortaja, la cual representaba su condición, facultad y circunstancia de muerte y se le colocaba una máscara pintada. Los asistentes llevaban regalos de acuerdo al rango del fallecido, ropa, joyas, comida, vasijas, cuchillos, piedras de jade, semillas; se ofrecía a los difuntos comida y bebida de cacao, se ponía cera y flores de cempasúchil, en ocasiones le acompañaban sus esclavos, en otras, el perro xoloitzcuintle para que auxiliarlos a transitar el camino hacia el Mictlán o inframundo; todos los elementos de la ofrenda se ponían junto a una estatua de astillas de Tea, (raja de madera impregnada de mucha resina que servía para alumbrar); las plañideras realizaban el rito de llorar durante todo el funeral, había danzas y cantores con sus tambores y copal. Posterior a la celebración de estos cuatro días, el fallecido era acompañado por sacerdotes que lo llevarían al camino de la cremación o el entierro, según fuera el caso.
Durante los cuatro meses y los cuatro años siguientes al fallecimiento, se realizaban distintas ceremonias, dependiendo de cómo había muerto.
Los aztecas creían que la vida continuaba después de la muerte, por eso consideraba la existencia de cuatro destinos para sus difuntos, según la forma de morir. Los mexicas tenían varios periódos a lo largo del año para celebrar a sus muertos, los más importantes se realizaban al terminar las cosechas, entre los meses de septiembre y noviembre.
La muerte en el mundo prehispánico era una realidad con la que se convivía, se aceptaba con tranquilidad, en general, no representaba un acto penoso o de angustia, en su pensamiento no existía ruptura entre los extremos vida-muerte, la integraron a su ciclo cosmogónico como una circunstancia más de la evolución; “al morir se renace”; este era el pensamiento fundamental y de el se desprendió la concepción de permanencia y dualidad.
Día de Muertos. El sincretismo entre dos culturas
Después de la conquista en el siglo XVI, se inició la evangelización indígena, dando pie a la integración de las celebraciones españolas para conmemorar a sus difuntos, haciendo coincidir las festividades católicas del Día de Todos los Santos y Todas las Almas con el festejo similar mesoamericano de los mexicas, mixtecas, zapotecas, tlaxcaltecas, totonacas, texcocanos y otros pueblos originarios de México, creando el actual “Día de Muertos”. Esta festividad se celebra el 1 de noviembre a los muertos chiquitos o niños fallecidos y el día 2 de noviembre a los adultos o muertos grandes.
México lo adoptó, los indigenas y los mestizos lo festejan, ya que coinciden con el fin del ciclo agrícola de muchos productos, entre ellos, el maíz de temporal y la calabaza. Es época de abundancia, en contraste con las carencias que padecen los agricultores el resto del año.
A causa de las epidemias que azotaron a la Ciudad de México, el gobierno empezó a construir los cementerios fuera de la ciudad y en 1859 se consolidó la costumbre de adornar las tumbas con flores y velas, así como visitarlos los días 1 y 2 de noviembre; para 1861 el gobierno comenzó a hacerse cargo de los entierros, todo esto cambió las costumbres del Día de Muertos.
En pleno siglo XXI la tradición está vigente
Los mexicanos hacemos fiesta el “Día de los Muertos”, la familia se reune, la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva que regresa a casa para convivir con sus seres queridos; a nuestros difuntitos les creamos un altar con su ofrenda, les ponemos los alimentos que les gustaban en sus ollas preferidas, un vaso de tequilla o mezcal, el agua es vital, ya que las almas llegan con sed tras su caminata; chocolate, sal, frutas, dulces, calaveras de dulce, pan de muerto, un molcajete de piedra con una buena salsa, sus adornos de papel picado, velas, el sahumerio con copal, una cruz, sus fotografías, sus flores de cempasúchit con ese color y aroma tan característico y al frente el arco de caña y flores acostumbrado. Por supuesto no puede faltar la música.
La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), declaró en 2003, la festividad indígena “Día de Muertos”, “Obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad.
México es el país que se ríe de la muerte
México se ha identificado como un país en el que la muerte es cuestión de risa, bailamos con ella, nos reímos de ella y con ella, nos vestimos como ella y hacemos grandes fiestas para el difunto. Asimismo, salimos disfrazados por las calles en comparsa, Esta característica de nuestra idiosincrasia es un estandarte para reconocernos de entre otros. La muerte suele ser representada por un cráneo o un esqueleto, mostrando una sonrisa perpetua. “La Catrina” de Posada se carcajea de la vida; la Coatlicue nos observa inquisidora.
La muerte está presente en la cultura de México y es motivo de muchas frases, te comparto algunas relativos a ella: “boda y mortaja del cielo bajan”; “mujeres juntas, ni difuntas”; “de buenas intenciones están llenos los panteones”; “te espantas del difunto y te abrazas de la mortaja”.
Lo que pasa es que cada cultura tiene una forma diferente de acercarse a ella y la nuestra es por medio de la “insolencia”.
Fuentes:
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María Elena Salas Cuesta, Jorge Arturo Talavera González. Arqueología Mexicana. Una visión de la vida y de la muerte en el México prehispánico. 17 de septiembre de 2021, Consultado el 17 de septiembre de 2021. Disponible en: https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/una-vision-de-la-vida-y-de-la-muerte-en-el-mexico-prehispanico
Colaboradores de Wikipedia. Día de Muertos [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2021 [fecha de consulta: 17 de septiembre del 2021]. Disponible en <https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=D%C3%ADa_de_Muertos&oldid=138243315>.
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